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lunes, octubre 07, 2024

Los Ricos También Odian

El Cártel de los Medios

A Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba que es un grupo musical experimental, podría creerle su actitud Anti AMLO desde el punto de enfoque en el que él está obedeciendo a sus ideas, perdón por insistir en la palabreja, “Aspiracionistas”. Rubén es alguien que tuvo la suerte de ser amigo de los otros tres cuando tenían la idea de hacer algo artísticamente diferente y alguien le educó la voz, él no sabía cantar y me consta, y de ahí brincó a la notoriedad. Pero Rubén es solo eso, un opinador Pro Televisa que quiso salir en la foto y mantener vigente su nombre. No así le puedo creer a Eugenio Derbez (nombre real: Eugenio Salas Derbez) cuyo cambio de apellido delata su necesidad de colgarse del globo para no caer en la bola de manzanas podridas fabricadas por Televisa en aquellos años ochenta, cuando la empresa era el Todopoderoso de la información, la música y las ventas y, si Raúl Velasco lo permitía, los artistas se hacían de fama y fortuna. Mala idea, creo yo, cuando la fama y fortuna de Televisa antes de Septiembre del 85 estaba creada sobre hielo quebradizo y, a la sazón y derivado del terremoto, no solo destruyó el legado de Escuelas como “Andrés Soler” o el INBA, también programó una dinámica de reciclaje que iba eliminando del aparador a todo aquel que tuviera arriba de treinta años.


Derbez nunca fue realmente un actor profesional, solo estaba en confianza entre productores y se sentía seguro de sí mismo y pudo adquirir fogueo ante cámaras pero lejos estaba de alcanzar una calidad tal como el citado Andrés Soler, Carlos Ancira, Héctor Bonilla, y muchos otros que hicieron la Época de Oro. Su humor es escatológico y bastante vulgar y podría estar a la altura de “Actores A la Gringa” como Adam Sandler, Will Ferrel y Ben Stiller, que requieren echar mano de la estupidez como herramienta y el humor de secundaria como recurso. Así pues es Eugenio Derbez, un sujeto dolido porque perdió la fuente de ingresos de sus pésimas películas: los fideicomisos de gobierno que Derbez no devolvía ni como fondo perdido (y se hizo millonario con estos).

No, definitivamente no es creíble que un sujeto que no se pone de acuerdo en si es actor o conductor y se ha hecho próspero a costa de fondos del erario, pueda opinar respecto a si la selva está siendo destruida o no. Derbez no dijo nada cuando las playas fueron privatizadas y también hubo mucho daño ecológico de por medio. Es obvio, Derbez sigue leyendo guiones y conduce sus vísceras en desquite por el dinero que ya no recibe y, más allá, su papel actual de “Odiador de López” es probablemente su mejor opción para sobrevivir gracias a los profundos bolsillos de Claudio X González y uno que otro millonario panista (lo siento, ya no quedan muchos priístas que valga mencionar ni siquiera como referencia antagónica). Derbez es un soldado al servicio de una esfera de gente rica que descansaba sus sueños e ideales en aquella Televisa del Tigre Azcárraga compuesta por gente bonita de Polanco, Condesa, y lugares VIP y en autos de ocho cilindros. Derbez sigue creyendo que sus discursos pseudo nacionalistas tienen un contexto real cuando él mismo es un patán que desprecia a la gente de clases trabajadoras.

Pero TV Azteca, o Azteca UNO, no es la honrosa excepción. Personajes como Manuel López Sanmartín que con todo su rencor espeta: “En la mañanera de López Obrador se decían diez calumnias y diez mentiras cada minuto” o Javier Alatorre asegurando que el contenido de los libros de texto eran de orientación comunista. Un par de pobres diablos colgados del dinero de Ricardo Salinas Pliego, antagonista reconocido de la 4T. Lo triste de todos estos personajes no es la carga de sus discursos sino la necesidad de mantener el oneroso salario a costa incluso de ser parte de una cruzada golpista. Ninguno de ellos, incluido Albarrán, abrió la boca cuando Fox, Calderón o Peña Nieto dieron severos golpes a la población y sus bolsillos, dañando incluso el patrimonio de la nación. No era parte de sus guiones.

Y en la primera división nos quedan personajes como Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda y Pedro Ferriz de Con en cuanto a periodismo artificial quienes, dominando el lenguaje adquirido por tomos de enciclopedia Salvat, malearon las frágiles mentalidades de una clase que no es ni media ni alta sino, ah qué terco soy, aspiracionista. Exhortaron al perfil ignorante de aquellos fáciles de convencer y convirtieron a Andrés Manuel López Obrador en un personaje de miedo, digno de ser odiado. Omitieron, desde luego, la parte en la que los bolsillos de estos comentócratas fue dañado cuando el gobierno retiró las jugosas propinas para expresarse bien del mismo. Fácil hubiera resultado que, como lloró Castañeda, la 4T hubiera “Apapachado” a ese sector pero eso habría ido en contra de los ideales. Se habría seguido cometiendo el delito de “Comprar Consciencias”.

Pero hay dos personajes aún más siniestros, entre algunos otros, como Lily Téllez y Kenia López Rabadán. Lily Téllez es de una peculiar historieta de sí misma luego de haber sido informadora sin ser periodista y posteriormente Diputada Plurinominal por la propia 4T, a la que luego dio la espalda para buscar mejores horizontes en el partido conservador (PAN) y en donde únicamente sirvió de Visigoda para acaparar la atención y así el partido citado pudiera tener protagonismo, pero Lily fue de un tropiezo tras otro y solo consiguió convertirse en "Un personaje pintoresco". Kenia por su parte, una abogada clasista y racista de hecho, fue el mejor sostén ideológico de Téllez haciendo las veces de “Golpeadora” con discursos dramáticos plenos de odio y resentimiento. Ambas señoras de perfil psicasténico que proyectan una alarmante frustración personal y un severo resentimiento hacia la gente de clases bajas, defensoras del modelo “Neoliberal” establecido por Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo y perfeccionado por Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto en perjuicio de la mayoría de mexicanos que aportan lo que sus reducidos ingresos generan en PIB y recursos fiscales para que esa élite pueda vivir cómodamente.

Le creo a Rubén Albarrán su idiotez natural, sin fingir, cándido como suelen ser los Nuevos Ricos. Del tipo de gente que ha podido viajar por todo el mundo pero de los que cometen los pecados en contra de cosas sagradas para otros países como comer pizza con piña, beber cerveza fría (para los alemanes eso es de mal gusto, por si no lo sabían), beber “Michelada” (también esto), beber café capuccino después de las once de la mañana y no distinguir entre ser rebelde y ser un "Anarquista Poser" por conveniencia. El Caballero solamente es un Yuppie viviendo su hedonismo. Le creo al vocalista de Café Tacvba su convicción para asumir que la 4T está destruyendo una selva que él en su pinche vida ha visitado, y le creo porque es del tipo de personas que encajan en el perfecto perfil de Alex De Large, creado por Anthony Burgues, un sociópata fabricado por medio del lavado cerebral. Derbez ni siquiera alcanza tal distinción. Derbez es un oportunista colgado del nombre de su madre, y el resto de celebridades mencionadas aquí son simplemente piezas de lujo en el ajedrez de un sistema de saqueo al pueblo que, con actual representación de Norma Piña, se niega a desaparecer.


Al final resulta patético, y hasta pavoroso, pensar que la otra opción sería como “La Mansión de los Tontos Pero Ricos” que trata de aplastar a la “Villa de Gente Que Sí Trabaja”. Algo pueril mi analogía pero, bien pensada, no resulta tan fuera de lugar. Así mis numerosos Derbeces en un margen de defensores de los privilegios privados y los muchos tontos de convicción genuina como Albarrán. Así las muchas Lily Téllez y las demasiadas Rabadán que tienen como misión revivir a un Prometeo que hace mucho dejó de responder al Doctor Frankenstein. Y el sesenta por ciento de votos en contra de ellos lo demostraron de manera apabullante.

Así mis personajes de cómic fascista.

Es cuanto

Messy Blues

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