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sábado, febrero 12, 2022

La Gran Desgracia del México Domado

De cómo la derecha dejó su calculado efecto.

México es por mucho un país de amalgamas en el que figuramos todo tipo de personas desde infames círculos de miseria rural y urbana hasta insultantes y exclusivos círculos de millonarios casi a nivel aristocrático, así un México que se ha caracterizado por vivir absorbido en los medios de comunicación, se supone culturales, mismos que han vertido redituables negocios a grupos reducidos y una vida miserable a la mayoría de la población. Ese México que, como bien dice Diego Ruzzarin, vive presto a la telenovela y la apariencia física y consume política como espectáculo más que como consciencia cívica. Ese mismo México que a luminarias de televisión y compositores de canciones desmotivantes puede hacerles cortejos funerarios dignos de reyes y al mismo tiempo desconocer su realidad.

Los medios han logrado hacer de personajes culturalmente grises como Roberto Gómez Bolaños, todos unos héroes nacionales que han influido incluso en el lenguaje coloquial del mexicano, y al mismo tiempo apartarlo de cuestiones tan esenciales como las razones de por qué el petróleo es importante más allá de ser un combustible fósil y de por qué es igual de importante hacer que el capital generado en el país debe girar y hacer crecer la economía. Ese México creado por esos medios es el que defiende con los dientes un México socio y compadre de Estados Unidos y aspira a ser un clon del mismo y que no tiene empacho en tratar como reyes a todo ciudadano blanco, rubio y de ojos claros y al mismo tiempo despreciar a todo aquel centroamericano que invade, dicen, nuestras fronteras al sur del país.

El discurso de odio hacia un mandatario poco usual como es Andrés Manuel López Obrador, no es sino el resultado de muchos años de trabajo por parte del privilegio influyente de personas en el poder que, discurso gastado, habían manejado la economía del país por años y decenios y han decidido lo que se debe o no dar al pueblo, cual una vieja Roma en los tiempos del imperio cuando el Cayo Julio César decidía si el pueblo era o no feliz. Este discurso de odio es por mucho ventilación de sus propios ingredientes y los traen al frente esos poderosos dolidos para atribuirlos a un político que también por años caminó por la pedregosidad del lado obscuro del país, por esas veredas de los renglones torcidos de Dios en los que el hambre, la miseria y las pocas oportunidades ilustraban a los que, sin saberlo, generaban esas pingües riquezas de los muy pocos que manejaban al país a su modo.

Hoy esa élite antaño de poder levanta indignada la mano acusando de corrupción y tiranía al gobierno de izquierda, se dicen feministas, se dicen tolerantes a la comunidad diversa, hablan de la mucha miseria en el país, hablan de lo absurdo y criminal que resulta usar petróleo para combustibles, hablan de lo mucho que este presidente ha polarizado al país con sus discursos de odio y hasta dicen lo comprometidos que están con la democracia, después de casi un siglo de haber tenido a México al margen de la dinámica mundial del progreso. Tal vez quien esto escribe no es fanático del Tío Sam pero es cierto que en ese país privilegian más el trabajo y el manejo de recursos por encima de los políticos mientras en México se acostumbra creerle al mago que saca un conejo del sombrero, metáfora que ilustra los trucos de los medios de comunicación, y peor es el caso del internet, en donde basta un tonto que asegure que la tierra es plana para que al día siguiente lo sigan un billón de tontos peores que él, o ella.

Carlos Loret de Mola no es ni por error un periodista de carrera sino un junior que creció a la sombra de un periodista y sus amigos de tertulia como Félix Fuentes, la China Mendoza, Mauricio González De la Garza y un sujeto tan rancio y mezquino como falto de ética como lo fue Leopoldo Meraz el "Reportero Cor". Rafael Loret de Mola, padre de Carlos, tuvo su momento de Gloria y Fortuna y fue bastante respetado, la escuela la tiene, y fue su ambiente de lecturas y lenguaje ensayado lo que llevo a Carlitos a decirse periodista. El caballero Carlos Loret tenía un nombre entre pretensiosos Yuppies de la cultura de lectura superficial y lenguaje rebuscado, así como de "expertoides" de política y analistas de plástico pero se alió con buenas compañías como Víctor Trujillo, actor más que analista, y Carlos Marín, arrojado del "Club de los Elogios Mutuos" al que pertenecieron grandes esnobistas cultos como José Luis Cuevas, María Félix y otros entre los que se encontraban también los citados Félix Fuentes y Mauricio González de la Garza. Esa fue la escuela de Carlos, a pesar de que haya o no obtenido algún título de ciencias de la comunicación. Carlos es, como muchas espadas al servicio del que mejor pague, un simple soldado de chocolate que no simpatiza con un sistema porque se siente excluido y fuera de lugar. Su heroica reacción de "No dejaré de hacer periodismo" es convincente para un grueso de su público compuesto de personas que no conocen el periodismo como es y cuyo mejores exponentes de este noble oficio son "periodistas" de tabloides y chismografía. Loret está lejos de ser un periodista serio y su aceptación fue creada por Televisa, empresa que pone la apariencia física por encima de todos los demás valores.

Pero Loret es solo un mariscal de campo, nunca antes mejor insinuado, que busca poner su pluma, apariencia y supuesta experiencia al servicio del mejor postor y la oposición política del país es probablemente el sector que mejores recursos financieros tiene y no escatima, ni escatimará, en contratar a los comunicadores más influyentes en el ánimo de la clase neo burguesa para exhortar el ánimo de defender una situación social a favor de la clase alta, de manera disfrazada claro, por lo que tampoco  dudaron en hacerse apoyar de personajes que no son, y reconozco que tampoco se presumen, de ser periodistas, como es el caso del actor-crítico Víctor Trujillo, quien es sin duda un profesional de la actuación de comedia y el doblaje y quien  siempre ha tenido una visión muy profunda de las crisis sociales en México pero que no suele dar un paso sin una seguridad financiera que lo respalde, por lo que no se le puede culpar de estar a favor de la oposición, aunque no tenga razón. Loret y Trujillo son dos pistoleros mercenarios con una notable diferencia: Trujillo se hizo a sí mismo desde ceros en tanto a Loret lo hicieron la experiencia y dinero de su padre, y como sucede en ambos casos, la mayoría de soldados que apoyan la oposición es compensada por tal lealtad.

La derecha en México no es de hecho "Derecha", es una base ideológica cimentada en sostener negocios en una élite exclusiva haciéndose defender por los comunicadores ya mencionados y por un grueso de la población que está convencida de que la izquierda es el peor mal del mundo sin hacer una consciencia real de por qué piensan eso y por qué les afecta tanto. Al final de cuentas se trata de una guerra, y como en todas las guerras, los hay de alto mando (grupos opositores de poder), los hay de mando de campo (comunicadores) y los hay soldado raso (la gente que les compra el argumento) y cumplen con la perfecta descripción del desaparecido David Foster Wallace en su discurso "What is the water?" (Qué es el agua?) en el que bien describe que puedes estar completamente dentro de un ambiente pero no por ello saber de qué se trata, así los defensores del neoliberalismo que miran con horror cómo un régimen de izquierda va desmontando, pieza por pieza, la maquinaria que tuvo al país en sumisión por más de un siglo.

Es cierto que no existe un plan perfecto pero el de hoy es el menos imperfecto visto y comprobado hasta ahora y ese hecho requiere madurez para su evaluación, una madurez carente por parte de una clase que gusta del bienestar a medias, del consumo a pagos mensuales y de comprar autos de segundo uso en un país en el que el transporte público resulta el menos costoso de todos. Hasta hoy es afortunado el hecho de que esta clase defensora del neoliberalismo es menor que la clase que compone el capital bruto de apoyo al sistema vigente y que tiene pocas trazas de cambiar. Desafortunado es el hecho de que los opositores parecen mutar sus estrategias a cada momento, invirtiendo cada vez más dinero en campañas de desprestigio y atentados disfrazados para desestabilizar al gobierno. A juicio de quien esto escribe, el accidente en la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo, se trata de algo tan dubitativo como siniestro planeado por expertos en infraestructura de ingeniería y expertos en estrategias, sin mencionar las interminables marchas y protestas que no han cesado de secuestrar la Ciudad de México desde el 2019.

Entre los errores que se deben aceptar del actual régimen, está el difícil de manejar en cuanto a la excesiva tolerancia hacia cosas que no son legítimas, tales son los casos de esas manifestaciones sobre los derechos de terceros y la insolencia de opositores que tratan de hacer pasar el régimen como uno poco apto. Es cierto que a veces es necesario poner en claro que los que estamos a favor también tenemos derechos. En ese sentido, los opositores han abusado de su derecho de manifestación y de su libertad de expresión y han utilizado todo eso más como una estrategia publicitaria que como un legítimo privilegio constitucional.

Al final, tanto Loret de Mola como todos sus afines se apoyan sobre esa masa de pequeño burgueses consumidores de Walmart, que no saben diferenciar del queso a granel en esa tienda de un queso añejado con cera, para hacer sonar sus interminables soliloquios plenos de actuación y creados con equipos profesionales de fotografía y sonido para venderse a la misma masa y recibir un respaldo que solamente tendrán mientras haya ruido. Para esos pequeño burgueses no hay nada más malo que Nicolás Maduro, Fidel Castro y todos esos tiranos y comparan con ellos al primer presidente emanado de las clases bajas. Ellos difícilmente conocerán Venezuela o Cuba pero tienen una sabia opinión del chavismo y el castrismo, sin conocerlos a fondo. Para ellos, la URSS fue un sistema criminal que tenía sometidos a sus pueblos y otro horroroso enemigo son esos chinos que han invadido el mundo con sus baratijas, sin detenerse a pensar que, si bien Stalin fue en forma un dictador tipo Hitler, también es verdad que sostuvieron, posteriormente a este caballero, una de las economías más sólidas del mundo hasta que fueron boicoteados comercialmente por Estados Unidos y Reino Unido en los años ochenta y que la misma suerte tuvieron Venezuela y Cuba al negarse hacer de sus recursos una garantía para el dólar estadounidense. Peor aún, no saben esos pequeño burgueses que si el peso se devaluaba a cada segundo era precisamente por los negocios que el neoliberalismo hacía utilizando el erario mexicano como garantía de pago.

Parecen negarse a aceptar que si los empresarios pequeños de México siempre tienen riesgo de bancarrota es porque, hasta antes de 2018, no eran respaldados por dinero de ayuda financiera que debe salir del gobierno. Actividad obligatoria para evitar caídas económicas regionales, misma que no se ejerció desde 1917 por decreto ya que Venustiano Carranza decidió bloquear a grupos de comerciantes que sostenían guiños con la Alemania del Kaiser que ofrecía apoyar a México para recuperar su territorio a cambio de apoyar ese país contra Estados Unidos. Este derecho ciudadano debió regresar una vez terminada la primera guerra mundial pero, lejos de eso, el gobierno de Ávila Camacho decretó en 1942 que el salario de los trabajadores se convertiría en salario de guerra (Salario Mínimo) y lo registró, sin oposición alguna, en la Constitución, pero olvidó el señor Ávila Camacho dejar claro que dicho salario debió regresar a su valor real en cuanto la conflagración terminara, por lo que eso no sucedió e igualmente el apoyo al comercio particular tampoco regresó a las partidas presupuestales del gobierno.

Pareciera que estos pequeño burgueses que se oponen al gobierno actual quisieran seguir viviendo al estilo americano comprando las baratijas chinas que tanto critican y no les importa mucho si sus futuras pensiones o fondos para el retiro hayan jugado un papel principal en las garantías que esos neoliberales que apoyan a ultranza, hayan endeudado su futuro por ochenta años después de haber subido al poder Felipe Calderón, de quien sabemos que hoy sigue en duda su legitimidad. Entre las cosas que esos pequeño burgueses no saben, está el hecho de que cada dólar americano circulando por el mundo, que son bastantes billones, necesita un certificado de garantía, o ser parte de un certificado global, y que ese respaldo debe ser en oro u otro bien del mismo tipo, que en este caso son los recursos energéticos y financieros de otros países, con lo que queda claro por qué al neoliberalismo de México le importa tanto mantenerse en el poder, para seguir su intercambio de favores con sectores financieros de nuestros vecinos del norte. Si quien lee se pone a estudiar a fondo sus recibos de luz de años previos a 2018, se dará cuenta que su pago se difería en más gastos que consumo, gastos que, quien lea, no tenía por qué cubrir. En resumen, el modelo neoliberal es el descendiente directo del sistema que usaron los españoles al invadir lo que luego llamaron América: el trueque de espejos por oro.

Loret jamás va a reconocer que su "Pleito Personal" es más una actuación patrocinada que una real convicción ideológica y, al final, cuando el caballero quede finalmente expuesto, sus adoctrinados verán cómo su líder era un fraude. Lo malo es que hasta el momento tanto Loret como sus patrones tampoco han perdido mucho terreno en su obra de haber domado al pueblo que pagaba sus caprichos.

Es cuanto

Messy Blues

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