Ucrania.- entre la tragedia y el costo de su ideología.
En sentido común dicho, a cualquiera que tenga un gramo de humanidad y empatía le duele el escenario de un pueblo por años pacífico, al menos con el resto del mundo fuera de territorio eslavo, y nadie es capaz de no sentir al menos indignación y la lógica nos lleva a exclamar: ¡Maldito seas Vladimir Putin!". Incluso protagónicos diputados y senadores de la derecha mexicana se inspiran a exigir al atolondrado gobierno mexicano que haga envío de armas a Ucrania para que puedan defenderse de "Esos malditos rusos". Hay gente que en redes sociales llega a insultar y despreciar a todo aquel que no se sienta mínimamente indignado por la situación que vive Ucrania como pueblo y que no muestre un mínimo odio hacia el pueblo ruso. Mismos diputados, senadores y usuarios de Facebook que se hacen de la vista gorda cuando ese pueblo ucraniano les solicita alguna donación en esos espacios. Esos mismos que hoy cenarán en casa y mañana por la mañana beberán café caliente después de haber dormido plácidamente bajo un techo para seguir indignándose en redes sociales, o en los congresos exigiendo que se ayude al "Pobre Pueblo Ucraniano". La eterna doble moral de quienes gustan de agregarse a la fotografía del momento.
Habría que llevar un poco a esos indignados a la Ucrania de 2013, en la plaza Maidán de Kiev, capital de ese país, al momento en que opositores de extrema derecha se manifestaron violentamente por la negativa del gobierno demócrata de Víctor Yanukovich a integrarse a la Unión Europea (sus razones estaban basadas en la soberanía). A este enfrentamiento entre el Neo Fascismo encabezado por un grupo llamado "Pravyi Sektor" y el gobierno de entonces, siguieron más manifestaciones patrocinadas incluso por grupos y personajes derechistas de Estados Unidos (John McCain entre ellos) y finalmente en 2014 la ultraderecha ucraniana dio un golpe de estado deponiendo a Yanukovich e instaurando un gobierno de facto encabezado por el interino Oleksander Turchinov, conocido por su simpatía nada simulada hacia los regímenes totalitarios. El escenario no solamente tenía como objetivo hacerse del poder en la Ucrania nacionalista sino también poner en orden a la región separatista, Pro rusa, del Donbass (Lugansk y Donetsk) a la que también se había adherido la península de Crimea. Algo que nunca se evidenció, por tratarse de interés nacional ruso, es que Rusia seguía suministrando servicios y presupuesto después de la caída de la Unión Soviética en 1989 y aún después de la independencia ucraniana en 1994, de hecho hasta el día de hoy. Es decir, la ultraderecha buscó desde 2014 recuperar el dominio absoluto de esa región. A este movimiento extremista se le conoce hoy como "Euromaidán".
Yendo aún más hacia atrás, concretamente a la Segunda Guerra Mundial, el historial de Ucrania resulta un poco menos que indecoroso para los anales de la historia ya que, en mayoría, los gobiernos locales del país apoyaron veladamente la invasión nazi para hacerse del poder en Moscú y es aquí en donde entra el conflicto interno ya que, en ese apoyo proporcionado por el sur y centro de Ucrania a las tropas de Adolfo Hitler, en la ciudad de Starobilsk, ciudad de la provincia del noroeste de Lugansk, se estableció un campo de concentración Nazi-Ucraniano para prisioneros polacos, mismos que fueron fusilados en la primavera de 1940 en la capital de Ucrania, Kiev. No resulta extraño que José Stalin, dictador ruso, tuviera pocas consideraciones con la Ucrania del este durante su mandato hasta 1952. Posteriormente a la muerte de Stalin, Ucrania gozó del progreso general de la URSS durante los años siguientes aunque siguió manteniendo su rivalidad regional con la región de Donbass que siempre se mantuvo del lado soviético durante la guerra. Lo que resultó de todo esto fue que la región, incluyendo Crimea, se mantuvieron también como de corte político Pro Ruso. Analizando a fondo no resulta muy extraño que, mientras Nuremberg persiguió a los criminales nazis por Francia, Inglaterra, Estados Unidos y hasta Sudamérica, muchos de esos nazis se refugiaron tranquilamente en ciudades como Odesa, Dnipro, Sevastopol, Járjov y Kiev, entre otras, dejando el legado de la ideología a esos jóvenes Neo Nazis que tomaron la Plaza Maidán en 2013.
Regresando entonces al casi presente encontramos que Rusia se enfrentó a un problema de seguridad nacional en varios sentidos, no solamente por ser fronterizos sino también porque Ucrania depende aún hoy de los suministros de energía, presupuesto e insumos que llegan a ese país desde Moscú y San Petersburgo principalmente y un conflicto interno en Ucrania representaría choques que afectarían a Rusia, particularmente si Estados Unidos y la OTAN hacían guiños con la posibilidad de controlar Ucrania y sus recursos tecnológicos y naturales a través de la ultraderecha en el poder. Todo esto nos trae de regreso al presente actual en que, después de ocho años de sostener prudencia, Rusia finalmente decide enfrentar al régimen golpista de ultraderecha, a cargo de Vladimir Zelensky, a pesar de las consecuencias de que ello también confrontara a Rusia con Estados Unidos, un choque temido por décadas desde el inicio de la Guerra Fría.
Es cierto que toda guerra es el peor mal de la humanidad y Ucrania no es diferente por ninguna razón, un pueblo abatido es un pueblo abatido, pero sí es verdad que esta "invasión" de Rusia sobre Ucrania también tiene un sabor a protagonismo americano. Nadie tuvo acaso el mismo grado de indignación por Palestina, Yemen, Taiwan, Irak, Afganistán y otros pueblos que también fueron desplazados por invasión. Este punto nos lleva a un cierto nivel de clasismo y racismo ya que, para el común de criterios, "La Pobre Ucrania" era un país pacífico, noble y trabajador en tanto Rusia es un país bélico, dictatorial y tirano, basados en lo que dicen Estados Unidos y la OTAN, pero no resulta de moda el echar un vistazo a pueblos en Asia, África y Latinoamérica que han tenido esta lluvia de fuego desde hace años. Años en los que las redes sociales no se solidarizan ni los diputados y senadores en México pretenden siquiera pensar en enviar armas para defenderse. Estados Unidos y la OTAN podrían molestarse, claro.
Lo real en este drama Ucraniano es que el pueblo está pagando el costo de ser de ultraderecha (los neo nazis ucranianos han destruido y asesinado más gente que el fuego ruso) y la opinión mundial se centra en la información que lanza el bloque liderado por Estados Unidos a través del Gobierno de Biden. Para el común denominador de la información oficial, Ucrania ha sido atacada de manera desalmada por un tirano ególatra que busca extender su imperio apoderándose del Donbass y luego de Ucrania misma y, aunque Putin no deja de ser pragmáticamente impositivo, es cierto que el presidente de Rusia tomó una decisión basada en la protección a su propio pueblo, acción que Zelensky, el no sostenido presidente ucraniano, nunca tuvo a bien tener por su propio pueblo en su afán de pertenecer a la Élite de la OTAN y de gozar de los privilegios que representa ser amigo de banquete de un país como Estados Unidos, tan opuesto a su odiada enemiga, la Federación Rusa.
Lo real es que Ucrania es víctima de su irresponsable régimen de ultraderecha, lo ficticio es que Zelensky desea la paz y lo infame es que sus aliados europeos traten de proporcionarle armas y tropas en entrenamiento solamente para aparentar defender a su país y que se hagan respaldar por una guerra mediática en la que el malo es Rusia, el bueno es Estados Unidos y los que pagan el costo de todo sea el pueblo de Ucrania.
Así las cosas.
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