De los comicios de Junio 05 en México y el avance de la Izquierda
Resumir lo ya sabido hasta el cansancio a partir de la noche del pasado 5 de Junio es un poco ocioso y, de hecho, poco categórico, especialmente si no se puede decir algo más, y mejor (o peor), de lo que ya todo el mundo ha masticado en contra y a favor. Hay una verdad que difícilmente podrá ser modificada, el partido oficialista se colocó con un neto 75% de resultados a favor con un pequeño refuerzo de otro partido de izquierda y, algunas veces, de un tercer partido que se auto promueve como "Ecologista", frente a una coalición conformada por los otrora más poderosos partidos que dominaron la escena por años, y en el caso del PRI, casi un siglo.
La del domingo pasado fue una guerra ligera, lejos de ser la reñida guerra que muchos señalan, y que la oposición esperaba, que demostró lo hueca que se volvió la esencia, no de los partidos de oposición, sino de los que las encabezan. Fue una batalla en la que Morena solo tuvo que esperar y darle tiempo a los resultados (sin desmerecer el trabajo de campañas, desde luego) e ingresar triunfalmente sobre un escenario en el que la oposición quedó expuesta ante sí misma y de hecho desnuda respecto a la realidad contra lo que ellos pensaban de ellos mismos. La del domingo no fue una competencia ni una guerra de hecho, fue un evento en el que el partido en el poder hizo oficial algo que de todas maneras sucedería.
Y está muy bien. Como izquierdista no voy a negar que comparto la victoria pero no me sentaré al brindis eterno. El problema de un triunfo es su dimensión porque el triunfo "Per sé" deriva de un reconocimiento (en este caso del pueblo) y por lo tanto es un compromiso desde todos sus ángulos hacia tres generaciones de votantes de entre 18 a 60 años que han vivido los tumbos y yerros de gobiernos abarroteros como han sido los del PRI y los del PAN que se mantuvieron trabajando a cuenta gotas a favor del pueblo y a granel y con privilegios hacia las clases empresariales y en muchos casos de origen extranjero. El partido Morena obtuvo el resultado de un trabajo duro iniciado hace una década a base de picar piedra, pedir prestado para el taxi y fiado para almorzar (y no fue una casualidad como muchos dan por decir) pero también es verdad que las ganancias se han dado en mejor número de lo que ellos mismos esperaban.
Lo del domingo tiene dos caras para el ganador, Morena, porque es cierto que entraron a terreno ganado de manera holgada pero al mismo tiempo el momento fue parecido a una situación de haberle entregado en las manos el premio a alguien que esperaba menos. Es decir, lo sucedido fue, lejos de una victoria avasallante, un encargo muy comprometido y fue el momento exacto en que la izquierda representada por Morena fue señalada para realizar un trabajo muy delicado. Fue el domingo el día en que la gente decidió decirle a ese partido oficial que se avecinan tiempos de trabajo y no de política propagandística. Esta última una práctica de PRI y PAN durante décadas para simular resultados, lejos de poseerlos.
La oposición por su parte fue el caso más lastimero del evento del domingo. El dramatismo de su situación no radicó en haber perdido mucho y haber ganado poco, sino en que, pese a que la realidad mencionada atrás se les presentó en tiempo, forma y causas; asumieron un papel poco digno de víctimas de la situación. Como se esperaba, culparon de todo y por todo al gobierno y su partido y, aún peor, su golpeador Alejandro Moreno, se permitió la arrogancia de lanzar un discurso poco digno en el que dijo, palabras más, palabras menos: "Morena fue derrotada porque ellos querían ganar seis estados y solamente ganaron cuatro". El caballero tal vez perdió la pista (porque el término realidad ya no lo conoce) porque no observó que su partido perdió estados que ya poseía y sus colegas a bordo también perdieron territorio.
La oposición hizo, y está haciendo, el peor papel en el escenario (aunque tal vez el panista Marko Cortés esté mostrando más cordura en cierto modo) al colocarse en el papel del vencido y apaleado gritando "Y a la otra te irá peor!", cuando sabe que la peor parte la recibió él. Sus discursos son de gritos de auxilio disfrazados y muestran de cuerpo entero lo poco eficaz que resultó su propagandismo Anti AMLO así como la ya multicitada realidad de un país que por alguna razón votó en 2018 por la única alternativa a probar: la izquierda con tendencias a la social democracia.
Hoy Morena, a su vez, tiene los hilos en la mano frente a dos escenarios muy rudos heredados de la falsa democracia del PRI por casi un siglo y del PAN por doce años como son la realidad nacional plena de inseguridad y violencia, desigualdad económica y social y la realidad internacional de un México que por ese mismo tiempo bajo el mandato PRI-PAN fue Patiño de los Estados Unidos (nada personal con la Unión Americana, yo hablo de políticos). Morena está manejando dos carpetas diferentes, y reconozco que lo está haciendo muy hábilmente, frente a dos posiciones clave que tienen naturalezas diferentes, su papel frente a la comunidad internacional y su desempeño como administrador de una nación por lo que la dichosa victoria del domingo pasado resulta más un contrato de mucha responsabilidad lejos de ser un reconocimiento tipo diploma para colgar en la sala.
El domingo 5 de Junio de 2022 se cambió la página de la actitud y quedó escrito en piedra que un pueblo quiere y exige que el país salga de las mismas situaciones que lo llevaron por años a ser sirvientes de una reducida clase alta compuesta por personas que quieren ser europeos (o estadounidenses) pero prefieren vivir aquí gracias al bajo costo de vida. No incluyo desde luego a todos los elementos de clase alta pero los buenos en ese perfil son los menos. Así que, este domingo pasado llegó el patrón, el pueblo, y dijo: "Los ricos disgustados no me importan, me importa que trabajes a mi favor", claramente y sin letras pequeñas.
Con los resultados, Morena quedó comprometido a trabajar y la oposición a reinventarse. Quedó claro que la nación en su mayoría está harta de tantos políticos ocupando puestos onerosos y tantos partidos como negocio. Para el México de piso, el que trabaja de sol a sol, solo hay dos posturas y dos lados: el de los de izquierda y el de los de derecha y votarían gustosos por eliminar tantos partidos, tantos diputados y tantos regidores que, lejos de representar un beneficio, significan una pesada carga en impuestos cobrados al contribuyente. Quedó claro que México no desea un caudillo ni muchos caudillos, México quiere resultados.
Es cuanto
Messy Blues
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