Translate

lunes, marzo 10, 2008

¿Para qué votar por un Presidente del PAN si quienes gobiernan y deciden es lo peor del PRI?

Me acabo de robar una nota de "Milenio" por dos razones muy considerables. Una es que precisamente "Mileno" es oficialista y aún así tuvo su destello de razón en tanto también resalta la importancia de no andar soltando improperios altisonantes contra nadie (criticar e insultar son dos cosas diferentes). Cuando la verdad consigue su propio peso se impone solita sin necesidad de mentarle la madre a nadie.

Ok, acá mi "Copypasteado":

Mouriño y el diablo
Por: Federico Berrueto, MILENIO
fberrueto@mexis.com

Mouriño no es culpable hasta que una sentencia judicial así lo consigne. Su defensa mediática ha sido patética; muestra evidentes carencias para el servicio público y un desentendimiento de los mínimos de la doctrina política a la que se debe. En el ánimo de salir del apuro, ha transitado de error tras error; los costos se endosan al Presidente quien, a su regreso del exterior, encara el dilema de convalidar lo realizado por su subordinado predilecto o proceder al relevo.

Mouriño vendió su alma al diablo. Sin vacilación el senador Beltrones en célebre entrevista mañanera dijo: en política nada hay gratis, quid pro quo (algo por algo). ¿A cambio de qué, los capos del Congreso dan protección al joven secretario de Gobernación? ¿Para qué votar por un Presidente del PAN si quienes gobiernan y deciden es lo peor del PRI? El muchacho no advirtió el significado de su acuerdo, además, estos diablos no cumplen, cambian según la circunstancia.

Nada hay que justifique la traición a uno mismo y a quienes uno se debe. Ciertamente, lo legal es discutible y corresponde dilucidarlo a instancias formales. Lo dicho por el secretario no absuelve, sino lo contrario. La situación de dificultad lo hace mostrarse tal cual es; no es cuestión de inexperiencia o ingenuidad, tampoco pánico escénico, la obsesión de llegar a Bucareli y de retener a toda costa el cargo, se le ha vuelto en contra. Inocente o no, sus palabras, actos y compromisos revelan que quedó inhabilitado para ser responsable de la política interior.

Queda en Calderón asumir el costo. La Presidencia da para eso y más, no así el país, el que llega al encuentro de un nuevo siglo en las peores condiciones de moral pública. Dificultosamente democrático y con libertades, pero desigual y hundido en la corrupción y la pérdida de horizonte por la mediocridad de su élite política. La calidad del gobierno es la de su oposición, igualmente pequeña, extraviada entre el oportunismo y el agravio.

Lo peor del pasado decide y manda en el país. Como sucedió en el tema del desafuero del jefe de Gobierno, a las cámaras las gobiernan la componenda y la ambición de quienes las conducen. Madrazo decía que los diputados priistas votarían en conciencia, para que a la hora de la verdad la palabra se tornara eufemismo de consigna. El problema no es la disciplina partidista, sino la manera como ésta se construye y los objetivos que la animan. La vacilación y negativa del Congreso a investigar, producto del acuerdo, hunde y degrada a la representación popular. No hay responsabilidad; quid pro quo es la consigna, o como dijera con desfachatez e involuntario cinismo el coordinador de los diputados del PRI, nos entendemos con el gobierno porque es el que da más. La venta de protección a cambio de no se sabe qué.

Se equivoca López Obrador, en el PRI no hay colaboracionismo, sino extorsión o chantaje por quienes mandan desde el Poder Legislativo.

El secretario descalifica a las comisiones de investigación del Congreso como circos mediáticos. El sí va en serio en eso de al diablo las instituciones de la República. No advierte que si el tema se traslada a la Función Pública o a la PGR, somete a su jefe al peor de los riesgos, ya que lo que allí se haga le repercute directamente.

Cuando se vive en barbarie es correcto decir que la ley es la ética del servicio público. Empero, ninguna sociedad medianamente civilizada puede remitir la valoración de la conducta de sus hombres de poder al código de reglas escritas, más cuando no hay eficacia en la justicia. Son lamentables las expresiones del dirigente del PAN, se entiende que el secretario recurra al argumento, pero lo señalado es inaplicable para el dirigente del partido de Gómez Morín y Castillo Peraza.

Los mexicanos llevaron hace más de siete años al PAN al poder. Era el voto por una nueva ética pública. Muy pronto Fox se traicionó y al final de su gobierno el país quedó más corrupto, pobre y dividido que el de inicio. Calderón ganó en medio de la polarización y con un renovado deseo colectivo de cambio. Después de un año, su hombre más cercano, en el afán de sobrevivir, vende el alma al diablo. Para el Presidente no hay de otra: lo convalida con todo lo que implica o lo releva en el afán del reencuentro con el proyecto ético que dio origen y sentido al PAN; en ambos casos la sociedad responde, frustración y desaliento o reconocimiento por la rectificación, lo que para Calderón no sería la primera vez.

Nota número II en el mismo talante:
Complot con complot se paga
Por Alvaro Cueva
acueva@milenio.com

Primero fue un presidente de la República ilegítimo. Después, un presidente del Conaculta ilegítimo. Ahora es un secretario de Gobernación ilegítimo.

¿Quién es legítimo en este país? ¡Quién! ¿Adónde vamos a llegar entre tanta ilegitimidad? ¿Se puede llegar a algún lado así?

Obviamente lo que está sucediendo en el caso Juan Camilo Mouriño tiene muchas lecturas pero la peor de todas es la que tiene que ver con su posicionamiento, y el posicionamiento de la administración Calderón en general, en la mente de los ciudadanos como usted o como yo.

¿Y cuál es ese posicionamiento? Fraude, debate, mentira, suciedad.

Mucha gente se está clavando, con justa razón, en el tema de la reforma energética. Otra, en la penosa gira de aclaraciones que el señor Mouriño ha realizado en diferentes medios.

Tan preocupante un tema como el otro, ¿pero y lo demás? ¿Ya se puso usted a pensar en lo demás?

Antecedentes: Andrés Manuel López Obrador documentó hace varias semanas que nuestro actual secretario de Gobernación había firmado, en el pasado, cierto tipo de contratos con Pemex que no se valía que hubiera firmado y de los cuales, supuestamente, había sacado una ventaja.

Combinar a Pemex con Mouriño justo cuando el gran tema de nuestro país era (y es) la reforma energética (el futuro del petróleo) fue de una maestría genial y lo más impresionante es que dio en el blanco. Complot con complot se paga.

Desde entonces no ha habido quien no le pida cuentas a don Juan Camilo, quien no le exija su renuncia y quien no le haga ruido a Felipe Calderón a través de este conflicto.

Y fíjese qué interesante. El problema ya no es si el señor Mouriño es apto para ser nuestro secretario de Gobernación, si su tirada es lanzarse como candidato para 2012, si su árbol genealógico cumple con ciertos requisitos políticos o si sacó provecho de sus negocios con Pemex.

El problema es que si se va, el que pierde no es él, es el Presidente de la República. Y si se queda, no lo van a dejar en paz jamás. ¿Y Gobernación? Bien, gracias.

Usted nada más póngase a pensar en esto: ¿qué ha hecho Juan Camilo Mouriño desde que llegó a su oficina en la calle de Bucareli en la Ciudad de México?

¿Cuáles han sido sus obras? ¿En dónde podemos notar su estilo? ¿Cuáles Han sido las decisiones que ha tomado como para que pensemos en él como el gran líder de México?

¿Qué es lo que está haciendo como para que usted y yo nos sintamos seguros con él como encargado de la gobernabilidad de nuestra nación?

¿México es más gobernable con Mouriño? ¿Lo va a ser en las próximas semanas? ¿Lo va a ser en los próximos cinco años?

Yo nomás le doy un dato y usted me dirá la clase de administración que tenemos: ¿qué hizo la máxima autoridad de nuestro país en materia de gobernabilidad para defenderse de sus enemigos?

Ir a justificarse, entre otros espacios, a El noticiero de Televisa.

¿Qué se puede esperar de un secretario de Gobernación que utiliza los medios electrónicos de comunicación para arreglar sus conflictos?

¿Qué debemos pensar de un secretario de Gobernación que interrumpe su agenda para trasladarse físicamente a un noticiario, a la hora del noticiario, para sentarse al lado del conductor de ese noticiario y para ser cuestionado como se cuestiona a cualquier estrella de telenovela?

¿Cuál es el mensaje de autoridad? ¿Quién manda sobre quién? ¿Quién necesita a quién?

¿Existe alguna diferencia, como imagen, de la escena de Mouriño con López-Dóriga y, por ejemplo, la de una Niurka Marcos haciendo exactamente lo mismo con Juan José Origel?

¿Ahora entiende por qué le digo lo que le digo del posicionamiento?

En este sexenio hay problemas tremendos de imagen y credibilidad que si bien no son tan pintorescos como los del sexenio de Vicente Fox, no dejan de ser preocupantes.

Mientras que Andrés Manuel López Obrador y los señores del PRD dictan la agenda nacional en términos de opinión pública, prácticamente no hay nadie en el gobierno de Felipe Calderón que cuente con algo parecido a la legitimidad o que al menos la proyecte.

Llegó la hora de empezar a trabajar en este punto. Sin legitimidad no hay respaldo popular, sin respaldo popular ningún gobierno se puede mover y aquí ya nos urge que alguien se mueva, que alguien haga algo más que defenderse o acusar a otro. ¿A poco no?.

...

No hay comentarios.:

GeoReferencias